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Compasión y Ciudades Compasivas

La compasión se entiende como la sensibilidad al sufrimiento propio y ajeno, acompañada del compromiso de aliviarlo (Gilbert, 2014). La Carta por la Compasión (Karen Armstrong, 2009) promueve este valor como base para la convivencia global. En este marco, surgen las Ciudades Compasivas (Allan Kellehear, 2012), que proponen un enfoque de salud pública en el que toda la comunidad participa en el acompañamiento de procesos como la enfermedad avanzada, el final de la vida, la pérdida, la muerte y el duelo.


Este enfoque reconoce que dichos procesos no solo competen al ámbito médico, sino también al social, y requiere una transformación del sistema de atención, integrando a la comunidad junto con los profesionales de salud. Los sistemas sanitarios actuales son insuficientes, ya que muchos de los factores que influyen en estos procesos
están fuera de su control.

 

Las Ciudades Compasivas ofrecen una vía para crear un modelo de atención más integral, humano y sostenible, donde la muerte sea vista como parte natural de la vida.

 

Para lograrlo, es esencial fomentar culturas compasivas en todos los entornos sociales, empezando por el autocuidado y
extendiéndose al cuidado colectivo. Asimismo, se destaca la importancia de que los profesionales de salud también cultiven la compasión hacia sí mismos para humanizar su labor y reconectar con su vocación.

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